Imago: Un cuento de Alex McKillop
September 26, 2011 by admin
Me desperté un poco tarde hoy.
Hoy es un día de retraso. Hoy es un día curioso.
Casi todos los días me paso los primeros diez minutos en una niebla somnolienta. Mis sentidos se niegan a aceptar la rutina que se acerca. Hoy mi despertador es una sirena de emergencia. Un terremoto ha afectado la ciudad. Tengo que llegar adonde mi hermano y advertirle de la catástrofe inminente. Él no está en su apartamento. No hay nadie afuera. Aceras vacías. La niebla es densa. Corro por las calles y clamo. Sólo el viento responde a mi llamada. El viento, que suena como mi amante, pero sus palabras son fatales.
“Ven conmigo y sal de este lugar. No hay salvación en la evasión.”
Es un sueño recurrente este “Ven conmigo y sal de este lugar. Ven, Fausto.” Es la voz de Ida, mi amante bella y peligrosa. Ella es el único guardián de mis sueños. Su voz me marca el camino de la vida.
Sus palabras despiertan mis sentidos. Las calles oscuras han sido reemplazadas por la sonrisa preciosa de Ida. Estoy sentado en la mesa, masticando lentamente un pedazo de fruta. Sólo su voz puede interrumpir mis sueños. Sin ella, no siento apego a esta realidad. Mis sueños interfieren con la vida cotidiana.
“Hoy es un día alegre, Fausto. El sol está brillando a través de nuestras almas.”
“El sol nunca brilla en esta ciudad. El sol no existe.”
“Echa un vistazo en tu camino al trabajo hoy. El sol está aquí, y está aquí
para quedarse.”
Ella tenía razón. El sol se encuentra en el centro del cielo, inmóvil. No puedo decir si han pasado horas o días. El calor radiante me mantiene despierto. ¿He perdido la llave de mi mundo de ensueño? No puedo sentirme realmente vivo sin mis sueños. Sé que son sólo fantasías imaginadas. Sin embargo, no puedo dejarlas escapar. “Ven conmigo y sal de este lugar. El sol nos espera allá arriba.”
No lo entiendo. ¿Por qué oigo la voz de Ida? Sólo quiero dormir, pero el sol está demasiado brillante. Cuando miro a mi alrededor, una niebla densa oscurece todo. Sólo puedo ver el sol arriba.
“Ven, Fausto”.
Su voz me persigue. Estoy atrapado en la luz brillante, estoy obsesionado, pegado, sin espacio. El tiempo es contado por el ritmo de sus palabras. Una sucesión interminable de palabras seductoras.
¿Es esto lo que estoy buscando?
¿Es esto todo?